Resto del trabajo significado
Muchos empleados estadounidenses se esfuerzan por dar lo mejor de sí mismos en el trabajo. Hacen horas extras, aceptan asumir proyectos adicionales y rara vez se alejan de su escritorio. En realidad, esta mentalidad de “trabajar duro” no es eficaz, y definitivamente no es saludable. Los empleados que creen que deben trabajar 24 horas al día, 7 días a la semana, para lograr una buena posición en el lugar de trabajo tienen una idea equivocada. Y, por desgracia, los empleados suelen adquirir esta idea a través de las actitudes de los empleadores.
Encadenarse a un escritorio o devorar el almuerzo en el cubículo no es una receta para el éxito, sino para el desastre. Si no se hacen pausas adecuadas en el trabajo, la productividad de los empleados, su bienestar mental y su rendimiento laboral general empiezan a resentirse. Los empleados con exceso de trabajo suelen padecer un estrés crónico que puede conducir fácilmente al agotamiento laboral. Esto no sólo afecta negativamente a la salud y el bienestar de los empleados, sino que también afecta negativamente a la cuenta de resultados.
Por eso es importante que los empresarios empiecen a animar a los empleados a hacer pausas a lo largo de la jornada laboral, especialmente las pausas para comer. Estas pausas son esenciales para ayudar a los empleados a desestresarse y recargar las pilas para el resto de la jornada laboral. Las pausas regulares también pueden ayudar a mejorar la satisfacción general en el trabajo. Una encuesta reciente de Tork muestra exactamente la importancia de las pausas para comer, así como su escasez en el lugar de trabajo norteamericano.
Por qué el descanso es esencial para el alto rendimiento
La jornada laboral de 8 horas se creó durante la revolución industrial como un esfuerzo para reducir el número de horas de trabajo manual que los trabajadores se veían obligados a soportar en la fábrica. Este avance supuso un enfoque más humano del trabajo hace doscientos años, pero tiene poca relevancia para nosotros hoy en día.
Un estudio realizado recientemente por el Grupo Draugiem utilizó una aplicación informática para seguir los hábitos de trabajo de los empleados. En concreto, la aplicación medía el tiempo que las personas dedicaban a diversas tareas y lo comparaba con sus niveles de productividad.
En el proceso de medición de la actividad de las personas, se encontraron con un hallazgo fascinante: la duración de la jornada laboral no importaba mucho; lo que importaba era la forma en que las personas estructuraban su día. En concreto, las personas que eran religiosas a la hora de hacer pausas cortas eran mucho más productivas que las que trabajaban más horas.
Las personas que han descubierto esta proporción mágica de productividad aplastan a sus competidores porque aprovechan una necesidad fundamental de la mente humana: el cerebro funciona naturalmente en rachas de alta energía (aproximadamente una hora) seguidas de rachas de baja energía (15-20 minutos).
La relación entre el descanso y la presentación de la productividad
Según la doctora Saundra Dalton-Smith, autora de Sacred Rest: Recover Your Life, Renew Your Energy, Renew Your Sanity, los seres humanos necesitan descanso físico, mental, social, creativo, emocional, espiritual y sensorial.
“La mayoría de las personas, cuando piensan en el descanso, tienen un enfoque muy unilateral: se quedan en casa, no hacen nada y piensan que eso es el descanso”, dice Dalton-Smith a Shine. “Lo intentamos y luego, cuando seguimos sin descansar, pensamos que no funciona”.
Es probable que necesites descansar mejor si te sientes como yo al salir del salón de uñas. “La gente dice: ‘Estoy cansada todo el tiempo, estoy agotada'”, explica Dalton-Smith de sus pacientes. “Si se despiertan (después de dormir) y siguen agotados, el problema probablemente no sea el sueño. Es probable que sea un déficit de descanso”.
“Para mucha gente, si tienes un déficit en un área, es probable que experimentes síntomas específicos”, dice Dalton-Smith. “Si tu déficit es en el descanso mental, podrías tener problemas de concentración. Si tienes un déficit emocional, puede que te des cuenta de que estás contestando a tu cónyuge y éste no ha hecho nada. Si tienes un déficit en el descanso sensorial, tal vez antes te encantaban los fuegos artificiales del 4 de julio, pero ahora saltas de alegría, o estás crónicamente ansioso al salir del coche.”
Cómo descansar eficazmente
Los directivos quieren que los empleados hagan largas jornadas, respondan a sus correos electrónicos a todas horas y donen de buen grado sus horas libres -noches, fines de semana, vacaciones- sin quejarse. Los subordinados en esta ecuación tienen poco control; el exceso de trabajo cae en cascada desde la cúspide de la pirámide organizativa hasta la base. Al menos, esa es una versión del exceso de trabajo. En esta versión, trabajamos muchas horas porque nuestros jefes nos lo piden. (Esa es la versión que más se expone en el reciente opus del New York Times sobre Amazon).
Pero hay otras explicaciones. Hay otra que dice que todos nosotros, incluidos los altos directivos, somos básicamente restos de un barco sacudido por los remolinos de los incentivos económicos, la cultura corporativa y las tecnologías que mantienen la oficina a un toque de distancia. En esta versión, no hay nadie que dicte realmente las normas; todos reaccionamos a fuerzas macro que escapan a nuestro control.
Básicamente, si pensamos en la historia del exceso de trabajo como en Moby-Dick, la primera explicación se centra en Ahab y el Pequod; la segunda, en el propio océano; y la última, en la ballena. Y aunque mirar la historia desde todas esas perspectivas diferentes es ciertamente más esclarecedor que elegir sólo una, no le dirá si Moby-Dick es un buen libro o sólo un tope de 700 páginas.